sábado, 4 de junio de 2011

Domingo de trabajo para el viejo arenero, Victoria, Entre Ríos, Argentina

Por lo menos la vimos en tres ocaciones, saliendo de puerto con esa elegancia que tienen las barcas cuando están sin carga, altivas y frágiles a la vez, al contrario de su vuelta, con el agua casi al milímetro de adentrarse en su cuerpo, cargada de arena, exigiendo su estructura y su motor al máximo de una capacidad ya diezmada por miles de combates contra éstas aguas que bajan turbias. A veces pienso que el reflejo responde a su alma, a su espíritu vivo de batallas ganadas, se refleja su alma, sí me gusta pensarlo así...

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