martes, 31 de mayo de 2011

La vieja torre de Av Weelwright, Rosario, Santa Fe, Argentina

Torre ferroviaria contigua a la Estación Rosario Central, punta de rieles de los trenes locales que transportaban miles de pasajeros diarios provenientes de localidades tierra adentro. Hoy el edificio se encuentra en funcionamiento bajo la órbita de la Municipalidad, bien reciclado. La foto tiene más de 25 años, cuando su estado de abandono avergonzaba, apenaba y dolía.

Reflejos en los viejos talleres ferroviarios de calle Junín, Rosario, Santa Fe, Argentina

El ferrocarril y el puerto fueron las bases sólidas que sustentaron el crecimiento de la ciudad, la relación con el campo, una industria pesada afincada a fines de los 60 en las ciudades aledañas y el comercio derivado de tal crecimiento prosiguieron la consolidación que fue abruptamente detenida a partir de mediados de los 70. Los ferrocarriles y sus instalaciones siguieron dicho curso de la historia, con el agravante que hasta ahora no viven signo alguno de recuperación efectiva como puede notarse en otros ámbitos. La arquitectura ferroviaria se respira en muchos rincones de la ciudad, vaya un pequeño homenaje a la belleza de sus líneas, a sus hacedores y a quienes dieron lo mejor para sustentar una actividad, la ferroviaria, tan arraigada en nuestros sentires.

El MACRO y sus incomprensibles colores, Rosario, Santa Fe, Argentina

Para quienes quieran conocer Rosario, el cordón costero que va desde el viejo bar Wembley hacia el S, hasta el enlace vial a Victoria en el límite N de la costa, se torna en un imperdible que requiere de un par de días para ser descubierto, el Monumento a la Bandera, complejos culturales, restauranes accesibles, caros y carísimos, bares de todo tipo, arquitectura ferroviaria, ferias artesanales y retro, el acuario, parques y así seguiría por rato incluyendo sitios y actividades que no se separan a más de una cuadra del borde costero.

El Museo de Arte Contemporáneo (MACRO), Rosario, Santa Fe, Argentina

El viejo silo Davis, reconvertido en Museo, mirador, retaurante, redecorado según el proyecto ganador de un estudiante de la carrera de química de mi querido Politécnico, el diseño intenta mostrar los cuatro puntos cardinales a través de los colores característicos de sus geografías, pero en realidad si no te lo explican ni ahí pensas en ello. Aclaro, la falta de color en el entorno no es obra del pobre estudiante incomprendido, es que de a poco le va llegando el color de la ciudad a mis sentires, todavía hay mas grises que tonos del arco iris.

Vieja estructura sobre el Río Paraná, Rosario, Santa Fe, Argentina

En realidad siempre le he sido infiel a Rosario, a pesar de ser nacido y criado, casi nunca la sentí como propia, la usé y le devolví poco cariño, me pasa lo mismo con el río marrón que nos acaricia, lo ignoro ó mejor dicho lo ignoré hasta hace poquitísimo tiempo porque luego de tanto viaje creo que por primera vez me fijé que había puertas para adentro y que sucedía al otro lado del río.
La primer foto de la serie las dos orillas muestra una estructura sobre la costa, antigua instalación cerealera, de esas desaparecidas para siempre en su función dentro de la zona de ricas tierras inmobiliarias.

miércoles, 25 de mayo de 2011

La Terra Trema, La Terra Sanguina, Mina Gualcamayo, La Rioja-San Juan, Argentina

Última imágen del naufragio, así se vé la montaña, la montaña que tanta belleza me ha regalado durante ésta y otras travesías, tiembla y se desangra a la vista de poca gente, oculta detrás de un caminito al costado del mundo que lleva a una mina privada propiedad de un personaje de aquellos, así herida de muerte la está dejando la codicia de una minería mercantilista y sus cómplices vernáculos, asco me dá, asco me dá tu sociedad, por tanta complicidad cuanto cobraste?, (Perdón Luca), pero como a Usted, también me enoja la imbecilidad y la ceguera.

Composición, Vallecito Encantado, La Rioja, Argentina

Celestes, grises, naranjas rorizos, blancos, un tronco mimetizado con el color de la piedra, homenaje a los colores y formas de una geografía viva por la acción de Mamá Natura.

La Copa del Mundo, La Cabeza, El Globo Terráqueo, Vallecito Encantado, La Rioja, Argentina

Hay varias esculturas con ésta forma, algunas ya rotas por la acción de los Escultores del sitio Mrs Wind & Water

El Sombrero Mejicano, Vallecito Encantado, La Rioja, Argentina

La mañana del último día me encuentra recorriendo un lugar poco conocido camino a Guandacol, un sitio poblado de esculturas naturales, esculturas al aire libre, como en una Resistencia (Chaco), pero éstas están firmadas por el viento, por el amigo viento, siempre presente, aquel que acerca y también aleja nubes de la guarda, aquel que moldea a su antojo guardianes, mujeres, gigantes, ciudades, edificios, monstruos, lagartos, va entonces mi  homenaje a uno de los Arquitectos del mundo Talampaya, junto a su socio el Señor Agua, o Mr Water pá los gringos. 

Salamone, Guido, Mies, Marinetti, El Cañón del Arco Iris y su aporte al racionalismo, La Rioja, Argentina

No es la única, hay decenas de imágenes que inmediatamente te remiten a los popes del movimiento racionalista, al constructivismo, al neoplasticismo, a Gropius, a mi cercano Ángel Guido, (gracias por el recuerdo, compañera), en fin se termina la travesía por el cañón, se termina la travesía por la Puna y La Roja, así sin "i", se terminan tantas cosas, tanto final todo junto.

Templo en Myanmar, El Cañón de Arco Iris, La Rioja, Argentina

Figuras con gestos adustos, guardianes de los colores, doncellas voluptuosas que reposan tras una noche de pasión, gigantes disfrazados de geografías, lagartos desafiantes cuidadores de templos babilónicos, ciudades perdidas en mundos paralelos, y así podría seguir por horas encontrando significantes.
Dejo para el final dos menciones arquitectónicas, una referida a esos trabajados templos del SE Asiático y la otra al triunfo de la racionalidad.

La montaña Maradoniana, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Zoom mediante, se descubre la verdadera identidad de ese diez, el es el 10 del Diego, sin duda obra del Gigante ahora dormido, fue su grafitti amparado en la ceguera nocturna del Guardián, gracias Barrilete Cósmico, gracias Gigante por tal guiño hacia el más grande de todos.

Y sí, es un 10, no caben dudas, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Es un 10, no hay dudas, y no me remite a una figura femenina, por lo menos desde el abajo donde se ubica uno. Diez es la nota que le otorgaría a la travesía y a los guías de la Cooperativa que laboran y cuidan su lugar en el mundo, diez son las horas que demanda el paseo desde Villa Unión, diez, diez, diez.

Más colores junto a la montaña perfecta, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Llegando al final del recorrido, todavía el cañón me depararía una sorpresa más, la montaña nº 10, donde?
La primera imágen que se disparó asociando montañas a figuras femeninas, fue pensar en 10, la montaña perfecta, faltaban unos trancos más para ver que era aquello que aún se presentaba distorsionado, borroso.

martes, 24 de mayo de 2011

Caminando dentro del arco iris, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Es como caminar por entre los colores de una paleta gigante, o por dentro de pintura expresionista que exhuda cromas, todo es una visión surrealista

Quiero estar, quiero ser, quiero ver, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

La foto significa mucho para mí, tiene de pintura, escultura, tiene de recorte de un milímetro de paraíso, tiene detrás palabras sentidas, elogiosas en lugares desaparecidos para siempre, a veces no son buscadas, salen simplemente, y cuando salen así, simplemente suelen ser las mejores, son las obturadas por los sentimientos, no por la ecuación luz-distancia focal-velocidad.

El rojo y el ocre, la fusión de dos momentos geológicos, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Los ocres corresponden a los momentos geológicos más nuevos dictamina la teoría, a la vista de un simple mortal, ciego de ciencias, los ocres ayudan a bajar la excitación que provocan esos rojos símbolos del fuego más sagrado, los rojos demonizan el espíritu, los ocres azafranados nos terrenalizan.

El Gigante Dormido, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Quizás por la proximidad con la doncella voluptuosa, el gigante y ella tienen algún tipo de encuentro nocturno, bajo la delicada escenografía de millones de titilantes estrellas que guiñan sus ojos ante tal danza amorosa. Quizás se vistan de noche para pasar desapercibidos ante el gran amo de los colores que descansa cuando éstos se ocultan de los ojos de los mortales, seguramente ese vestido de noche los torna imperceptibles pudiendo así entregarse a un amor pasional para luego descansar disfrazados de geografías durante el día humano.

Detalle de las guardas o el sueño de la Robusta Doncella, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Sí, viéndola en detalle parece el sueño de una mujer de voluptuosas formas, quizás la pareja del gigante dormido, quizás un amor escondido del guardíán del Arco Iris, cuidador de todas las formas y colores hallables en tan vasta geografía, por suerte el disparo fotográfico no alteró su plácido descanso, no hubiera sido mi intención.

Franjas, guardas, la naturaleza como fuente de inspiración, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Cuantas manifestaciones culturales tienen su base en los coloes, las formas, y las composiciones de la naturaleza, viendo estas guardas vinieron a mi mente, textiles, pinturas y hasta alguna arquitectura inspirada en esos ondulantes trazos.

Los colores no acaban nunca, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Ya había perdido el registro de la hora, el tiempo se diluía como variable, las distancias también, no sentía ni cansancio, ni sed, ni hambre, sólo quería mirar, quería cargarme de imágenes, con el temor de no poder procesarlas nunca ante tanta belleza acumulada, un paso, una foto, una sensación, otra sensación, otro foto, otro paso.

Colores en los cielos y en la tierra, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Un pequeño caminito sin tráfico, sin ruido, sin contaminación, y casi sin humanos a la vista es el hilo conector entre los distintos sectores del cañón, caminito para caminar, observando con los sentidos, gustando colores, palpando sonidos, observando aromas, todo es posible créanme en medio de tan alucinógeno paisaje.

Hasta las nubes se colorean, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Gran duda, esas nubes tomaban los colores del cañón, o el cañón hace de espejo ante tanto cielo colorido, no sé, si hasta esos árboles en forma de esqueletos mudos se comportan plásticamente, como partes de una coreografía inmersa en un todo celestial.

Todo bien amigo, tan sólo una sonrisita, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Un zorro pequeño, curioso él nos observaba desde lo alto, curioso y fotogénico, es más, nos alejamos nosotros y siguió impávido, indiferente a nuestros movimientos

Las primeras visiones del Arco Iris, El Cañón del Arco Iris, La Rioja, Argentina

Habiendo bajado ya al cañón, se abrió ante mis ojos un fantástico mundo de colores, era el descubrir una nueva sensación  casi a cada paso, un tono, una forma, una textura, todo se mostraba ahí delante, todavía quedaban un par de horas de caminata que recuerdo quería alargar, preguntando, retrasándome, verdaderamente no quería salir de ese lugar de ensueño en soledad.

jueves, 19 de mayo de 2011

El Guardián del Arco Iris, La Rioja, Argentina

En un momento el guía me pide la máquina de fotos y me dice, ya vengo, desapareció entre mundos alucinógenos y al cabo de unos minutos me dice ya está, saqué una foto, la vorágine de imágenes hizo que uno no tenga en cuenta que había retratado, en un momento me habló del guardián del Arco Iris, imágen que vilgila los colores del mundo de ensueño, palabras más, palabras menos ese fue el significado.
Ya de vuelta y al procesar las imágenes apareció en todo su esplendor un rostro entre bíblico y fantasmal, con una perfección de detalles que pasma, ruego que develar su faz no sea motivo de enojo, su misión es lo que importa.

Bajando a un mundo de rojos, entrando al Cañón, La Rioja, Argentina

La ventaja de ser pasajero único de una travesía por éste fantástico mundo. La excursión tradicional sale de Ciudad Perdida, y tras un recorrido en camioneta ingresa al Cañón, el guía y yo vinculamos los dos circuitos a pié, bajando a 45º por estas diagonales desde donde emana el color que luego se volatizará y creará arco iris de ensueños, me siento un privilegiado caminando por sitios casi vírgenes de pisadas humanas

La Ciudad Perdida se entierra bajo el Cañón, La Rioja, Argentina

La Ciudad se torna subterránea, y todo se diagonaliza, todo se inclina a 45º, el rojo se monta, o el gris empuja hacia arriba al color, lo empuja hasta el cielo, hasta que se convierta en Arco Iris

El lagarto de piedra, Ciudad Perdida, La Rioja, Argentina

La sombra ennegreció la efinge, o una transformación que ocurrió para ocultar la verdadera naturaleza de éste ícono de piedra blanda, avanzamos por corredores estrechos y paulatinamente el rojo comienza a desplazar al gris más antiguo, se acerca la transición entre la Ciudad Perdida y el Cañón, nos acercamos al reino de los colores, postal surrealista de una naturaleza enloquecida.

Paredones y los lagartos guardianes del palacio, Ciudad Perdida, La Rioja, Argentina

Ni remotamente uno se imagina el proceso que determina que una piedra se convierta casi en una fiel escultura de dos lagartos desafiantes alzados sobre dos columnas custodiando la puerta de una fortaleza de fantasía, camino extasiado, toco la textura de los paredones, chorreados por el agua que devuelve a la vida durante tres meses a éste desierto de formas, manchas de un maquillaje rojizo que chorrea la cara de cada piedra en una visión hasta sensual.

Detalle de las paredes, Ciudad Perdida, La Rioja, Argentina

Equilibrios frágiles, hasta desafiantes de una ley de gravedad que parece no tener aplicación dentro de los límites de ésta ciudad oculta bajo un cielo que se tornó de azabache, volvió la magia, recorremos lechos secos en busca de los lagartos guardianes del palacio, en cada rincón aparece una nueva figura, no hay tregua para la imaginación.

Bajando hacia la Ciudad Perdida, La Rioja, Argentina

Imagino palacios, carreteras, ornamentos, jardines, quiero llegar, caminar por entre los recovecos de un mundo fantástico, hay tiempo, hay un paso tranquilo, hay un sol tolerable, nada de viento, sólo formas y colores, pero en relación a lo que se vendría después la visión resultaría casi en blanco y negro

La Ciudad Perdida, La Rioja, Argentina

Comenzamos la bajada hacia el interior de la Ciudad, no hay riesgos, sólo hay admiración por lo que veo, formas, formas, paredones labrados, lechos secos, escala de ciudad, me la imagino ubicada sobre el Nilo o el Tigris, subjetividades todas, fantasía total.

La Ciudad Perdida y su volcán negro, La Rioja, Argentina

Luego de una caminata de quince minutos arribamos al mirador alto de Ciudad Perdida, extraordinaria formación moldeada por los vientos y el agua a través de cientos de miles de años, su orígen es el más antiguo con respecto a los tres niveles que ubicamos durante el recorrido, la visión sobrecoge, por la vastedad, las formas, los tonos con destellos rojizos, los grises y un toque verdoso producido por piedras molidas, al fondo siempre vigilante el volcán negro.

Bajo un algarrobo de quinientos años, camino a la Ciudad Perdida, La Rioja, Argentina

Todo el día lunes fue día de enlace, Fiambalá, Catamarca, La Rioja, Villa Unión, la tarde me encontró manso y tranquilo ubicado y consultando sobre el Corona del Inka y Ciudad Perdida, descartado el primero por una cuestión de fechas, el martes sería dedicado a los circuitos poco conocidos del Talampaya.
Nueve horas, puntual, estaba en el centro de guías, no habían más visitantes, esperaríamos hasta las diez, si no partiríamos. La hora se pasó rápido en medio de anécdotas y por supuesto nadie vino, así que dos guías y yo partimos para internarnos una de las geografías más espectaculares del NOA, la primera parada sobre el lecho de un río seco, encontróa este algarrobo de quinientos años que yace sólo a la espera de las lluvias que llegarán puntualmente dentro de nueve meses, su sombra compacta es una bendición para animales y personas en los meses de infierno.

martes, 17 de mayo de 2011

Última imágen del naufragio, anochece en la ruta, vuelta a Fiambalá, Catamarca, Argentina

Camino abajo, una camioneta Land Rover, un refugio de montañistas, una Toyota similar a la nuestra, una puerta cerrada, una espera de dos horas, una rueda de auxilio en malas condiciones, la generosidad de los aventureros, la camadería entre pares, el retome a las siete de la tarde, una tarde gris plomo, un final trunco, un sabor amargo a los cuarenta y cuatro del segundo tiempo. El rojo nos despide y me incita a la vuelta algún día a completar esas seis horas que faltaban para el diez felicitado, volveré dijo una mujer de hierro hace tiempo, no pudo, espero no correr el mismo destino y volver a una tierra de ensueños, que cada tanto nos pide que olvidemos nuestra soberbia urbana y la mimemos con una simple ofrenda, para así permitirnos transitarla en toda su dimensión.

El fin del camino, o el abrupto final, bajando a Cortaderas, Catamarca, Argentina

Afuera el paisaje sigue perfecto, verdes, grises, hielos, amarillos, unas nubes que parecen saltar desde la tierra, dentro un clima de distendido cansancio, y de repente, y de la nada absoluta se cruza delante de la camioneta un guanaco, que juro se corporizó cinco centímetros antes de cruzar la calzada, no estaba allí, no señor, frenamos a dos milímetros del imapcto, el guanaco siguió hacia la derecha, desvaneciéndose entre los pastos verdes, silencio absoluto, que significaba el hecho, continuamos con el sentimiento que una señal nos había sido enviada, que algo iba a ocurrir. No más de un kilómetro adelante, pinchazo, el primero en ocho días de circular por los cráteres de la luna, David maldecía, debimos detenernos y ofrendar a la Pacha, ella nos lo pedía, ella nos probaba nuestra devoción, nos pedía una ofrenda y nuestro sentido ciudadano lo creyó innecesario. Dos de la tarde y el hecho se convirtió en la crónica de una muerte anunciada porque nunca apareció la llave cruz para desajustar las tuercas de la rueda, por delante treinta kilómetros hasta el pavimento y diez más hasta Cortaderas, a caminar en medio de una tarde de sospechosa calma, sin viento, sin frío, como si la secuencia hubiera estado programada de antemano. 

Hielo en el camino, bajando hacia Cortaderas, Catamarca, Argentina

Mediodía del último día de travesía, bajamos del Piscis rumbo al destino final, el límite con Chile, la Laguna Verde y el Incahuasi, todo controlado en medio de una geografía que no para de sorprendernos, hielos, sal, tonos indescifrables, lástima que el fin se acerca, no quiero irme del planeta Catamarca.

Las dos lagunas del Piscis, Catamarca, Argentina

Gran angular mediante se observan partecitas de las dos lagunas, la azul y la esmeralda, devenida en turquesa, realmente los colores son puros, definidos y vivos en medio de tanto marrón, no me quiero ir, trato de fijar esos tonos creo que irrepetibles, únicos en su perfección.

Laguna azul, mirador del Piscis, Catamarca, Argentina

El Piscis en la frontera con La Rioja y su laguna de un azul mortalmente profundo, el viento, el frío y la altura que pesan no opacan el triunfo de la belleza que emanan de éste paisaje desconocido.

La laguna color turquesa, Catamarca, Argentina

Aparece la primera de las tres lagunas de colores increíbles que conforman el circuito camino al Piscis, ésta se puede rodear, tocar. Desde el nivel del agua se torna tranaslúcida y de color por momentos turquesa, por momentos esmeralda suave, con unas olitas diminutas que juguetean con un viento que insiste en arruinar la fiesta del alma, pero ésta vez no puede, queda reducido a un segunado plano ante tanta belleza.

Vuelta a los caminos de ensueño, rumbo al Piscis, Catamarca, Argentina

Antes de Cortaderas, un pequeño desvío hacia la izquierda se convierte tímidamente en la puerta de entrada al fascinante recorrido camino a las lagunas de colores del Piscis. Colgada a más de 4500m la traza serpentea montañas de terciopelo marrón, vegas, hielos eternos, pastos amarillos, grises lavados, todo en medio de la más apabullante soledad. 

lunes, 16 de mayo de 2011

La RN60, entre rojos se fuego, Catamarca, Argentina

La 60 continuaba incendiandose en medio de tanto rojo, un cielo inmaculado y un pavimento prolijísimo acompañan y completan el cuadro de belleza que nos proponen las montañas de colores

Monumento rojo, Chaschuil, Catamarca, Argentina

Y de repente todo se volvió rojo, una montaña equilátera de un furioso tono y una curva inquietante, que habrá detrás de ella, la ansiedad se apoderó de mí, quería ver como seguía la peli.

Lateral, Iglesia de San Pedro, Fiambalá, Argentina

Entrada al camposanto y campanario de ésta obra de arte colonial dedicada a la veneración de San Pedro, el Santo caminador. En la sacristía cientos de pares de zapatitos talle 32 ilustran la fe popular hacia una imágen consagrada que según se dice gasta ese calzado en incursiones nocturnas.

sábado, 14 de mayo de 2011

Homenaje al último sobreviviente, Oratorio San Isidro, Medanitos, Catamarca, Argentina

Como era de esperar vino hasta nosotros, Don Nicolás Reales, setenta y pico, un poco de delirio, consecuencia de años de soledad, de desgarradora soledad, cuidador del Oratorio cunado todavía lo era, Charla, se brinda con un poco de dificultad en una media lengua, producto de prolongados silencios que le han hecho olvidar letras, palabras, significados, a pesar de eso su intención se dimensiona en su totalidad, no va a abandonar su mundo, sucumbirá bajo la ola de arena cuando dentro de muy poquito se abalance sobre su casita y su alma.
Unas miradas que se cruzan, un ofrecimiento de ayuda agradecido, pero que asegura no le hará falta, un nudo gigante en la garganta durante el desandado de un caminito sacado de una fantasía de Julio Verne
Cae la tarde y Fiambalá será el lugar indicado para pasar la última noche en una cama catamarqueña, por la noche, noche de terma, asado, vino, historias, bellas damas y un sueño que no llega producto de la intensidad del día pasado.

Lo que queda del Oratorio de paredes verdes, Medanitos, Catamarca, Argentina

Alguien se acordó que había alguien que conocía a alguien que vivía cerca de alguien que cuidaba un oratorio que ya no existía más, la línea estaba tendida, sólo había que dar con la persona indicada, la hallamos y como era de esperar sin condiciones nos llevó por una sucesión de dunas, vides, dunas, cañaverales, algunos de ellos impenetrables, hasta una casita sóla recostada sobre una pared de arena a punto de tragársela. Alli en la puerta había un fantasma, una sombra, lo saludamos y nos hizo un gesto como que siguiéramos por un caminito que de un lado rebalsaba de arena y del otro contenía una espesura de cañas y vides, metros adelante apareció, si ya no era lo que vine a buscar, la arena lo había capturado y devorado, pero el llegar y el reconocer lo que en algún momento fue se convirtió en uno de los puntos emotivos más altos de toda la travesía.

Lateral del Oratorio San Isidro, Medanitos, Catamarca, Argentina

La vuelta nos depararía la última sorpresa, un tanto esquiva, nadie reconocía el lugar, una capillita a punto de ser tapada por la arena, de color verde, en el pueblito de Medanitos, nos mandaban de aquí para allá y nada, llegué a pensar que la nota de la revista de viajes de donde había sacado aquella imágen era una mentira, de las tantas que acostumbran a contar, total la gente que sabe....

Laderas de arena caen sobre un bucólico arroyuelo, Tatón, Catamarca, Argentina

Laderas de arena ideales para el snowboarding, caen sobre el río Tatón que fluye manso y tranquilo entre tanto paisaje extremo. Continuamos viaje hasta la Puerta de Tatón para visitar el santuario del Cristo del Milagro, veneración que cada vez atrae más fieles, ahí nos convidan con un rico puchero criollo, en una prueba más de la generosidad de gentes que no conocen de desconfianzas o mezquindades, éramos viajeros llegados de lejos, modernos transhumantes en búsqueda constante.

Camposanto de Tatón, Catamarca, Argentina

Amenazantes nubes gordas se abalanzan sobre las dunas, más cerca, la acostumbrada calma de un camposanto en el límite entre la piedra y la arena. Medanitos, las dunas, Tatón, perlas de un collar precioso.