domingo, 6 de marzo de 2011

Arribando al paraíso, Iruya, próxima estación, Salta, Argentina

Reconozco que el lugar mucho a cambiado desde ese verano del '82 que lo descubrí fascinado desde la caja de un destartalado 1112 cargado con mercaderías para el almacén ¿único?, quizás sí, el precio pactado por el viaje, ayudar a descargarlo, triple placer, el llegar, el recorrerlo y el de interactuar en un plano de similitud con la gente del lugar. Guardo imágenes imborrables de sus callecitas empinadas, sus casas de adobe sin ningún ladrillo cerámico al desnudo, su casi nula iluminación, sus empedradas calles, su ausencia de cartelería y cableados varios, las mujeres ataviadas, ese aroma a leña que salía de las cocinas, placer, un gran placer que no se volverá a dar por lo menos en esa forma casi vírgen.

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