La idea era ver el mirador del Salar de Olaroz, seguir bordeando el lecho del río, por fuera del camino, tomar la RP70, ruta que corre paralela a la cordillera, lo más alto de lo más alto, hasta llegar a El Toro. Me presentía que el pueblito y sus alrededores no me iban a defraudar, y coincidencia, no me defraudaron, bello en medio de atercipeladas montañas amarronadas, todo ocre, casi desierto, todo un hallazgo para quién fenece ante éstos sitios aislados del mundo. De aquí 7 km hacia, no podría decir hacia donde, se ubica una finca habitada por un tal Don Puca que tiene en su terriorio una capilla abandonada, en parte reciclada por él, que casi no tiene registro, salvo por una trucada publicación de una conocida revista de viajes.
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