Se imaginan si alguien tuviera esa duda existencial en medio de éste hermoso cruce en forma de perfecta V, irremediablemente moriría como el alemán de Caipe, el del túnel de Tolar, o como el que le brindó su recuerdo al Salar, ya que salvo algún viajero aventurero, o algún vehículo oficial de Tolar, nadie anda por ahí, sólo el viento mezclado con sal recorre esas tierras infinitas.
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