Todo el día lunes fue día de enlace, Fiambalá, Catamarca, La Rioja, Villa Unión, la tarde me encontró manso y tranquilo ubicado y consultando sobre el Corona del Inka y Ciudad Perdida, descartado el primero por una cuestión de fechas, el martes sería dedicado a los circuitos poco conocidos del Talampaya.
Nueve horas, puntual, estaba en el centro de guías, no habían más visitantes, esperaríamos hasta las diez, si no partiríamos. La hora se pasó rápido en medio de anécdotas y por supuesto nadie vino, así que dos guías y yo partimos para internarnos una de las geografías más espectaculares del NOA, la primera parada sobre el lecho de un río seco, encontróa este algarrobo de quinientos años que yace sólo a la espera de las lluvias que llegarán puntualmente dentro de nueve meses, su sombra compacta es una bendición para animales y personas en los meses de infierno.
Nueve horas, puntual, estaba en el centro de guías, no habían más visitantes, esperaríamos hasta las diez, si no partiríamos. La hora se pasó rápido en medio de anécdotas y por supuesto nadie vino, así que dos guías y yo partimos para internarnos una de las geografías más espectaculares del NOA, la primera parada sobre el lecho de un río seco, encontróa este algarrobo de quinientos años que yace sólo a la espera de las lluvias que llegarán puntualmente dentro de nueve meses, su sombra compacta es una bendición para animales y personas en los meses de infierno.
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