Cae la tarde, y el cielo se tiñe de rosas, las sombras se hacen largas hasta treparse cual enredaderas por la negra pared del volcán enano, el firmamento contagia su color a los pastos secos y las montañas, el paisaje se convierte en una sinfonía de negros y rosas, cae la tarde y los cincuenta kilómetros finales no pesan demasiado luego de ésta visión casi mágica que nos depararon cielos y volcanes.
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